La estampa del Pont Nou sobre el río Ter es la imagen más conocida de Camprodon, pero este municipio del Ripollès esconde más atractivos entre sus calles. Un paseo agradable y cómodo os llevará a descubrir hoteles con historia, barrios con encanto y edificios singulares.
Su entorno natural, sus veranos benignos, han convertido Camprodon en una villa turística desde hace muchos años, como demuestran los antiguos hoteles Hotel Güell y Rigat, de los años treinta y cuarenta, cuando la localidad atraía los primeros visitantes. El monasterio de Sant Pere, del siglo XII pero con reconstrucciones a lo largo de su historia por haber sufrido, por ejemplo, terremotos, y la iglesia del Carmen, son algunas de las joyas religiosas de una población que también tiene edificios modernistas, como Can Roig, o ejemplos del gótico catalán tardío, como la casa consistorial.
También podéis caminar sin prisa por el paseo Maristany, con mucha verdor y casas majestuosas; comprobar si la Torre del Reloj, del siglo XVIII, aún marca las horas, y entrar en las tiendas para comprar embutidos y galletas. Y, lógicamente, pasar por el Pont Nou, de los siglos XII y XIII y con un solo arco de 20 metros de diámetro y 14 de altura, que tiene al lado la Puerta de la Cerdanya, una de las entradas a la antigua villa amurallada. Si os fijáis, ver el escudo de Camprodon de 1362.
Y desde Camprodon podéis ir hasta Beget, considerado uno de los pueblos con más encanto del Pirineo Catalán.