Monasterio de Montserrat

El peso simbólico, la riqueza arquitectónica y la belleza y singularidad del entorno natural hacen que todo el mundo tenga que pasar, tarde o temprano, por Montserrat.

Quien más quien menos ha estado alguna vez en Montserrat. Si es vuestro caso, seguro que no os importa repetir y, si no lo ha visitado nunca, no tardéis en hacerlo. Sea como fuere, necesita poca presentación, con la basílica caracterizada por la fachada principal, por el atrio, por la nave central cubierta con arcos góticos, por las seis capillas, por la sala gótica y el claustro neorrománico, obra de Puig i Cadafalch , del monasterio... y, cómo no, por la Moreneta, esta talla románica policromada, símbolo de los catalanes y las catalanas. Construido en el siglo XI, siempre ha habido una comunidad de monjes, actualmente formada por unas ochenta personas, y es bien conocido el corazón de niños de la Escolanía. Quizás tenga suerte y los podéis escuchar cantar en la basílica.

Pero más allá del aspecto monumental e histórico, es igualmente destacable el entorno natural, de modo que si váis a Montserrat debéis dedicar como mínimo un rato a caminar por el entorno siguiendo alguna de las rutas.

Hay rutas para todas las edades y permiten disfrutar de las características y espectaculares formaciones rocosas redondeadas, de la vegetación mediterránea, de las cuevas y de las grandes vistas sobre la Catalunya central.

Pocos sitios como Montserrat para disfrutar en familia de un día completo, mezclando historia, patrimonio, simbología y naturaleza.