La placidez del volcán dormido
Sant Martí de Llémena
La ruta se empieza en el pueblo de Llorà, donde no se pueden perder las casas de piedra y las masías del entorno y, sobre todo, la iglesia románica de Sant Pere, con una estampa que os recordará las iglesias pirenaicas.
Aquí debemos tomar el camino que lleva a las ermitas de Sant Medir, que encontrará a la izquierda del camino, después de atravesar un puente, y de Sant Joan, a mano derecha. No tardaréis en llegar al volcán. Primero veréis las gradas, bastante vistosas con su color gris, y enseguida pasaréis por el cráter, cubierto por campos de cultivo y que mide 1300 x 860 metros.
Las paredes las veréis recubiertas de bosques de encina y robles. Si váis siguiendo la pista forestal regresaremos a Torà, entre bosques, campos y masías, para completar un recorrido plácido y alejado de los cráteres clásicos y amenazadores que nos vienen a la cabeza cuando oímos hablar de volcanes.