No todo es esquiar
1Canejant, las mejores visitas al Valle de Aran
En sus alrededores se pueden ver los restos del lavadero de las Minas de Liat, que entre los siglos XVII y principios del XX mantuvieron este valle con una densidad de población de más de 1000 habitantes. En la entrada del pueblo hay un pequeño aparcamiento para dejar el coche y recorrerlo tranquilamente a pie.
2Bossòst, uno de los pueblos más animados del Vall d'Aran
Alrededor de la ribera del Garona suele haber mucha animación en tiendas, bares y restaurantes.
Pero sin lugar a dudas el itinerario más espectacular que se puede hacer desde Bossòst es la subida al Port del Portilhòn. Se trata de una etapa especialmente famosa y dura dentro de la Vuelta Ciclista a España, que transcurre por un frondoso bosque de abetos. En este recorrido no se puede pasar por alto hacer una parada en el Coth de Baretja desde cuyo balcón-mirador hay una espectacular vista del Baish Aran: Bossòst en la falda y el bosque de Margalida en frente. Si se sigue esta carretera, se llega a Francia entrando por el famoso pueblo de Luchon.
3Bausen, donde cuentan historias de amor
La ruta por el Bosque de Carlac es considerada una de las excursiones más mágicas de Catalunya. Esta preciosa ruta circular de unas 3 horas comienza en el pueblo de Bausen y pasa por preciosos paisajes y un frondoso bosque de hayas milenarias.
4Tavascan, la arquitectura tradicional del Pallars Sobirà
Tavascan también es conocido por la Bajada de las antorchas que celebran cada 31 de diciembre.
También podéis visitar la central hidroeléctrica que se encuentra a 500 metros de profundidad en el interior de la montaña del Pic de Guerón.
5Esterri d'Àneu, uno de los pueblos más entrañables del Pallars Sobirà
En la calle mayor abundan los pequeños comercios, restaurantes y alojamientos que se mezclan con la cultura tradicional que impregna todos los rincones y que se impulsa desde el Ecomuseo de los valles de Àneu, el motor cultural de referencia.
6Espot, a las puertas del Parque Nacional de Aiguestortes
Espot ha pasado de ser un pueblo tradicionalmente aislado a un pueblo moderno y actual. Las altas montañas que rodean el pueblo, como los emblemáticos Encantats, y las aguas de los más de 20 estanques glaciares que reposan tranquilamente entre las cimas dan carácter a un pueblo que ha sabido conservar su pasado medieval.
8Llívia, donde encontraréis la recreación de la farmacia más antigua de Europa
Pero si por algo es conocido el municipio de Llívia es por la farmacia Esteve. Esta farmacia está considerada como la más antigua de Europa (del siglo XV). La podréis visitar en el Museo Municipal de Llívia, donde encontraréis una recreación, junto con mobiliario, botes y objetos de hace siglos.
9Beget, un pueblo de pesebre
Después de un sinuoso descenso rodeado de montañas y en medio de una atmósfera de quietud y relax se llega a un pueblecito de postal y de pesebre. Hablamos de Beget, donde el tiempo parece que se haya detenido para que podamos apreciar al máximo su belleza.
¿Sabías que Beget tiene la denominación de Pueblo con encanto que otorga la Generalitat y que, además, es uno de los dos pueblos de Catalunya, junto con Bagergue, en el Vall d'Aran, reconocido por la asociación Pueblos más bonitos de España?
Una escapada ideal para hacer en familia si está por el Valle de Camprodon. A nosotros nos cautivó!!
10 Puigcerdà y sus lagos
El Estany de Puigcerdà es una de esas visitas obligadas si hacemos una escapada con niños a la Cerdanya y es también uno de los lugares más típicos para pasear con calma y disfrutar del paisaje en familia. Un oasis de calma que fue construido en el siglo XIII.
Se puede dar una vuelta siguiendo todo el estanque. Durante el itinerario os encontraréis diferentes paneles informativos de flora y fauna con fotos de las aves o de los peces que se puede ver. Aquí los niños podrán correr sin peligro. Justo al lado del estanque encontraréis el parque Schierbeck, donde podréis dar un agradable paseo y donde, además, encontraréis una gran zona de juegos infantiles e incluso un jardín botánico. El nombre del parque viene del entonces Cónsul de Dinamarca, German Schierbeck, quien en uno de sus viajes se enamoró de Puigcerdà y de la Cerdanya, y se compró una casa.